¿Quién
no ha utilizado alguna vez en su infancia la expresión “yo, cuando sea grande,
quiero ser…”? Y los puntos suspensivos se llenan de princesas, policías,
médicos, astronautas, pilotos y un largo etcétera de oficios.
Todo
ello implica que lo que somos en ese momento no tiene la suficiente relevancia
y nos centramos en futuribles convencidos de poder alcanzar nuestros objetivos
a largo plazo, sin prestarle al presente la necesaria atención.
¡Fue sueño ayer;
mañana será tierra!
!Poco antes, nada;
poco después, humo!
Estos
bonitos versos de don Francisco de Quevedo apuntan lo que todos sabemos que entre la nada y la muerte existe la vida.
Resulta que todos y cada uno de los segundos de nuestra vida son únicos,
irrepetibles, irremplazables y exclusivos. Este mundo no es, lejos de lo que
algunos puedan creer, un valle de lágrimas; este mundo es aquello que queramos
hacer de él.
Sin
caer en melodramatismos, debemos hacer que nuestra vida valga la pena y para
ello debemos de esforzarnos en mejorar nuestro mundo y este mundo se mejora
haciendo algo por los demás.
Algunas
ideas para que nuestra vida valga la pena:
-
Reír, reír y reír.
-
Amar lo que haces.
-
Hacer deporte.
-
Ayudar sin que lo pidan.
-
Hacer lo que debes.
-
Añádase todo aquello que se desee.
Nadie dijo que fuese fácil, dijo que valdría
la pena.
SUAF
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