
Para dominar
la naturaleza es necesario obedecerla. Esta máxima de carácter ecologista y que
alude a la globalidad del planeta pero que es aplicable a nuestro micro-cosmos,
pues nuestro cuerpo es un pequeño planeta que debemos cuidar y obedecer.
Resulta que
nuestro organismo es una naturaleza en sí misma y que debemos escuchar y
obedecer. Cierto es que, como deportistas, solemos llevar nuestra máquina de
vivir más lejos de lo aconsejable y… ¡qué grato resulta conseguirlo!
De todos modos
se trata de una situación que sólo puede ser llevada a su extremo en
determinadas situaciones y de manera puntual. De ello se pude deducir que
habitualmente debemos cuidar nuestra máquina y ponerla a punto para cada una de
esas carreras a las que voluntariamente nos apuntamos y nos sometemos, de
manera voluntaria, a esfuerzos que serían clasificados como “maltrato físico y
psicológico”.
Sin embargo,
para que nuestra máquina esté perfectamente engrasada y preparada para esas
situaciones debe de estar muy bien cuidada. Debemos oírla y, sobre todo,
prestar atención a las sensaciones que nos transmite. No se trata tanto de los
resultados obtenidos como de la comodidad que nos permite obtenerlos.
Esas
sensaciones nos dicen cómo hemos de hacer las cosas, de qué modo nos sentiremos
más cómodos, cuándo debemos forzar y cuando no.
Sirva como
ejemplo, el momento cuando debemos realizar un examen, trabajo, proyecto,
presentación y, de repente, sobreviene lo inevitable, una necesidad imperiosa
de ir al baño. Podemos obedecer a nuestra naturaleza e ir raudos y veloces al
baño continuando con nuestras obligaciones o…
Pues eso que
en todo momento, debemos obedecer a la naturaleza.
SUAF.
No hay comentarios:
Publicar un comentario