Los atletas, incluso los populares, estamos absolutamente obsesionados con evitar las lesiones a toda costa. Atendemos a nuestros cartílagos, a huesos, ligamentos, a todo. Hacemos todo lo posible y lo imposible para evitar cualquier tipo de menoscabo que nos impida salir a correr y disfrutar de nuestro vicio, a darnos un buen chute de serotonina que nos permitan ser más felices en este mundo que nos ha tocado vivir.
Sin embargo, aunque no descuidemos nuestra psicología mediante lecturas, videos de motivación y todo lo que la autoayuda pone a nuestro alcance, no podemos evitar que alguna lesión se cebe con nuestra mente.
No tiene que ver con grandes depresiones, ni tan siquiera con un pequeño quebradero de cabeza. Tiene que ver con una bajada de bio-ritmos, con un descenso de endocrinas o de adrenalina que nos deja varados.
Sin embargo, me he dado cuenta de que el deporte como cualquier otro vicio tiene sus secuelas.
No puede abandonarse de manera gratuita. Siempre está en nuestra mente con una idea que se repite como un mantra: "Tengo que salir a correr. Tengo que salir a correr". Del mismo modo en que años antes decía: "Tengo que dejar de fumar. Tengo que dejar de fumar". (Justo al acabar de decirlo me encendía un cigarrillo.)
Al final el mantra se hizo realidad hace ya cinco años.
Del mismo modo que después de estar tanto tiempo sin fumar aún me considero fumador; ahora, aunque por diferentes razones llevo una temporada sin correr, me sigo considerando un corredor.
Por que debo decirlo, tengo mono, sufro de síndrome de abstinencia y veo mi calzado deportivo que me mira con esos ojitos tristes mientras me suplican que lo saque a pasear; y, ciertamente, lo añoro.
Y, aunque debo reconocerlo, hubiera preferido no parar, la verdad es que este descanso inesperado me ha venido muy bien para eliminar una posible sobrecarga.
También se muere de éxito. Y tras los últimos me vine arriba, forzándome , quizás más de lo necesario.
Aunque dentro de poco nos volveremos a cruzar por la calle corriendo.
Un saludo
Sin embargo, me he dado cuenta de que el deporte como cualquier otro vicio tiene sus secuelas.
No puede abandonarse de manera gratuita. Siempre está en nuestra mente con una idea que se repite como un mantra: "Tengo que salir a correr. Tengo que salir a correr". Del mismo modo en que años antes decía: "Tengo que dejar de fumar. Tengo que dejar de fumar". (Justo al acabar de decirlo me encendía un cigarrillo.)
Al final el mantra se hizo realidad hace ya cinco años.
Del mismo modo que después de estar tanto tiempo sin fumar aún me considero fumador; ahora, aunque por diferentes razones llevo una temporada sin correr, me sigo considerando un corredor.
Por que debo decirlo, tengo mono, sufro de síndrome de abstinencia y veo mi calzado deportivo que me mira con esos ojitos tristes mientras me suplican que lo saque a pasear; y, ciertamente, lo añoro.
Y, aunque debo reconocerlo, hubiera preferido no parar, la verdad es que este descanso inesperado me ha venido muy bien para eliminar una posible sobrecarga.
También se muere de éxito. Y tras los últimos me vine arriba, forzándome , quizás más de lo necesario.
Aunque dentro de poco nos volveremos a cruzar por la calle corriendo.
Un saludo
SUAF
No hay comentarios:
Publicar un comentario